jueves, 28 de abril de 2016

Una previa del 16A

Soy una ciudadana portovejense que está viviendo de cerca los acontecimientos que se experimentan desde el sábado, 16 de abril del 2016. Cincuenta y ocho segundos duró el terremoto de 7.8 en la escala de Ritcher, que nos tomó por sorpresa a las 18:58.

Altar a las víctimas del terremoto 16A ubicado en el terreno de lo
que fue el edificio de la farmacia Imperial en la avenida Guayaquil
y Rocafuerte.
Han pasado 12 días y aún mi mente no procesa lo ocurrido; todavía se vive con miedo, mirando los cables de luz, durmiendo en los patios, en las salas, en los albergues, recibiendo ayuda de los hermanos del mundo.

Sobrellevando una crisis económica que nos tiene fregados, en un ambiente nacional de discusiones entre el oficialismo y la oposición por ver quién tiene la razón. Por todo lado se observa caos, confusión e incertidumbre. Hay algunos que se paran en las palestras de la comunicación con el fin de dejar registrado el hecho y otros para generar opinión pública, y otros, bueno, esos otros se toman selfies cerca de un edificio en ruinas. Cada quien hace lo suyo.

Estamos en emergencia, el sistema social colapsó. El terremoto removió los cimientos de nuestro espíritu y lo redujo a escombros.

La catástrofe
Hasta ahora la cifra oficial arroja los siguientes resultados: 659 fallecidos, 40 desaparecidos, 27.732 heridos, 29.067 damnificados, 6.998 edificaciones destruidas y 113 sobrevivientes.

Las réplicas continúan. A la fecha se han registrado 900 de menor magnitud, de esas, seis sobrepasaron la escala 6.

 
Velas encendidas el sábado 23 de abril para conmemorar una semana de la tragedia. 







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